Quienes aprendimos a andar en bicicleta o a nadar cuando éramos chicos, sabemos que difícilmente lo olvidamos con el paso del tiempo. Podemos afirmar entonces que los primeros años de vida, son un momento óptimo para desarrollar capacidades e incorporar hábitos de todo tipo, como la higiene, alimentación, descanso, actividad física, etc.
Los hábitos alimentarios saludables que se adquieren en la infancia, ayudan a tener buenas condiciones de salud a lo largo de la vida. Cada vez, más investigaciones y estadísticas hacen referencia al incremento y los riesgos de la obesidad infantil, y la necesidad de revertir este panorama lo antes posible. Pero.. ¿por dónde empezar? , ¿cómo promover costumbres saludables si los chicos no quieren comer nada o comen siempre lo mismo?
A continuación, mencionaremos algunos consejos, que son válidos para todas las edades:
- La alimentación equilibrada se logra combinando alimentos de todos los grupos: CEREALES (arroz, avena, cebada, maíz, trigo y sus derivados, harinas, fideos, pan, etc.) y LEGUMBRES SECAS (arvejas, garbanzos, lentejas, porotos, soja); VERDURAS Y FRUTAS; LECHE, YOGUR, Y QUESO; CARNES Y HUEVOS; ACEITES, FRUTAS SECAS, SEMILLAS Y GRASAS; AZÚCAR Y DULCES. Reducir lo más posible la frecuencia de consumo de: fiambres, hamburguesas, salchichas y embutidos, gaseosas, jugos artificiales, de soja, productos salados tipo copetín, alimentos fritos, golosinas en general.
- Si rechazan un alimento, sustituirlo por otro del mismo grupo, ya que poseen propiedades nutricionales similares. Otra opción es esperar que pase un tiempo y ofrecérselo nuevamente, en otra preparación o modificando la consistencia. Darles sólo los alimentos que ellos prefieren, genera una alimentación monótona y puede originar una nutrición deficiente.
- Los niños regulan su apetito de forma natural, por lo tanto, no debería preocuparnos si en un momento determinado no quieren comer, ya que, generalmente, cuando comen mucho en una comida, en la siguiente tienden a comer menos.
- No usar la comida como premio o castigo, ya que los niños pueden asociar y usar el alimento como sustituto de cualquier necesidad de afecto, o acostumbrarse a llamar la atención y manipular a los adultos por medio de la comida.
- Hacer de las comidas, un momento de encuentro y diálogo. Dedicarle un tiempo suficiente (por lo menos 30 minutos) y evitar la tensión. Aprovechar para enseñarles a convivir con otros, a servirse con moderación y a masticar bien los alimentos. No olvidar que los más chicos, aprenden por imitación, y es más probable que acepten nuevos alimentos si se los ofrecemos, con amabilidad y paciencia. Los niños que comen bajo presión desarrollan conductas negativas ante la comida, que pueden manifestarse como rebeldía o rechazo.
- Promover la actividad física (juegos, ejercicios, deportes, andar en bicicleta, bailar, etc), diariamente, ya que contribuye a estimular el crecimiento y hace que los niños coman mejor.
Podemos dedicar un rato del fin de semana para revisar nuestros hábitos y emprender como familia un plan de vida más saludable.
María Jimena Bazal
Lic. en Nutrición
M.N 7179