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Humanizar la educación impulsando la cultura del diálogo

Fuente: Radio Vaticano, 09/02/2017

Humanizar la educación para afrontar un individualismo intrusivo, impulsar la cultura del diálogo y sembrar esperanza con el aporte de la educación católica, es la exhortación del Papa Francisco a los casi ochenta participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Educación Católica. […]

Después de recordar que en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, ha escrito que “las Universidades son un ámbito privilegiado para pensar y desarrollar” el “empeño evangelizador”; y que  las escuelas católicas “constituyen un aporte muy valioso a la evangelización de la cultura”, incluso en los países y ciudades donde una situación adversa estimule a usar la creatividad para encontrar los caminos adecuados, el Santo Padre compartió con todos ellos algunas expectativas. […]

Humanizar la educación

Ante todo, “frente a un individualismo entrometido, que vuelve humanamente pobres y culturalmente estériles”, el Papa afirmó que es necesario “humanizar la educación”. Sí, porque la escuela y la universidad –dijo– sólo tienen sentido pleno con relación a la formación de la persona:

“A este proceso de crecimiento humano todos los educadores están llamados a colaborar con su profesionalidad y con la riqueza de humanidad de la que son portadores, para ayudar a los jóvenes a ser constructores de un mundo más solidario y pacífico. Aún más, las instituciones educativas católicas tienen la misión de ofrecer horizontes abiertos a la trascendencia”.

La cultura del diálogo

Otra expectativa a la que se refirió el Obispo de Roma es la referente al deseo de que aumente la cultura del diálogo. En efecto, Francisco destacó que nuestro mundo se ha convertido en una aldea global con múltiples procesos de interacción, donde cada persona pertenece a la humanidad y comparte la esperanza de un futuro mejor con la entera familia de los pueblos. Al mismo tiempo el Papa dijo que “lamentablemente, hay tantas formas de violencia, pobreza, explotación, discriminación, marginación y propuestas restrictivas a las libertades fundamentales que crean una cultura del descarte”. A lo que añadió:

“En este contexto los institutos educativos católicos están llamados en primera línea a poner en práctica la gramática del diálogo que forma en el encuentro y la valorización de las diversidades culturales y religiosas. En efecto, el diálogo educa cuando la persona se relaciona con respeto, estima, sinceridad de escucha y se expresa con autenticidad, sin ofuscar o mitigar su propia identidad alimentada por la inspiración evangélica. Nos anima la convicción de que las nuevas generaciones, educadas cristianamente en el diálogo, saldrán de las aulas escolares y universitarias motivadas a construir puentes y, por tanto, a encontrar respuestas nuevas a los muchos desafíos de nuestro tiempo”.

Sembrar esperanza

El Santo Padre les dijo que la última expectativa que deseaba compartir con estos miembros de la Congregación para la Educación Católica es la contribución de la educación para sembrar esperanza. Teniendo en cuenta que el hombre no puede vivir sin esperanza y que la educación genera esperanza, el Papa afirmó:

“Estoy convencido de que los jóvenes de hoy tienen sobre todo necesidad de esta vida que construye el futuro. Por tanto, el educador verdadero es como un padre y una madre que transmite una vida capaz de futuro. Para tener este temple es necesario ponerse en escucha de los jóvenes – el trabajo del oído, ponerse en escucha de los jóvenes – y lo haremos de modo especial con el próximo Sínodo de los Obispos dedicado a ellos”.

Por último, Francisco les recordó que las escuelas y las universidades contribuyen grandemente a la misión de la Iglesia cuando están al servicio del crecimiento en humanidad, en el diálogo y en la esperanza. Y se despidió agradeciéndoles su trabajo e invocando sobre ellos al Espíritu Santo, por intercesión de María Sedes Sapientiae, a fin de que su ministerio en favor de la educación sea eficaz, pidiéndoles, antes de impartirles su bendición apostólica, que por favor no se olviden de rezar por él.

María Fernanda Bernasconi

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