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Mes de la Familia

Estamos transcurriendo este mes de Octubre en donde próximamente nos convocaremos en torno al Encuentro de Familias. Un espacio concreto para poner en juego el lema que nos sigue convocando: “Abramos la puerta al otro y caminemos juntos”. Un encuentro tiene sentido en la medida en que podemos salir de nosotros mismos, reconocer la realidad que nos rodea, especialmente al otro.

Los alumnos del Sanjo nos quieren involucrar en una parte de sus experiencias, de sus tareas y esfuerzos, de la creatividad y el empeño cotidiano. Esto mismo está en el centro de la riqueza de la vida, poner en común lo que pueda ser compartido y enriquecer al otro.

En el ejercicio concreto de poner en común algo de lo propio también nos sentimos y reconocemos Iglesia. En este mes de Octubre, el Papa Francisco nos propone descubrir el sentido de la “misión” de nuestra vida:

¿Pero cómo? ¿Dios te ha dado unos talentos y tú te crees tan pobre que no puedes enriquecer a nadie? Pecamos contra la misión cuando, quejumbrosos, seguimos diciendo que todo va mal, en el mundo y en la Iglesia. Pecamos contra la misión cuando somos esclavos de los miedos que inmovilizan y nos dejamos paralizar del “siempre se ha hecho así”. Y pecamos contra la misión cuando vivimos la vida como un peso y no como un don; cuando en el centro estamos nosotros con nuestros problemas, y no nuestros hermanos y hermanas que esperan ser amados.[1]

También nos hace bien recordar todos los gestos y movidas de servicio que nos fueron animando a lo largo del año: semana de San José con sus gestos de servicio en el barrio, la experiencia del Taller de la Carpintería, los proyectos desarrollados en torno al Aprendizaje solidario, las colectas para acompañar el trabajo que promueve Cáritas en las zonas más desfavorables de nuestro país, y sigue la lista. Muchas de estas experiencias continúan y siguen dando frutos en nuestras propias vidas y en la de muchas otras personas.

«Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). Ama una Iglesia en salida. Pero debemos de estar atentos: si no está en salida no es Iglesia. La Iglesia es para el camino, la Iglesia camina. Una Iglesia que no busca oasis protegidos para estar tranquila; sino que sólo desea ser sal de la tierra y fermento para el mundo. Esta Iglesia sabe que esta es su fuerza, la misma de Jesús: no la relevancia social o institucional, sino el amor humilde y gratuito.[2]

¡Que este mes nos encuentre, en medio de nuestra realidad tantas veces fatigosa y abrumante, con la posibilidad de elegir abrir la puerta de nuestra vida a los otros!

P. Federico Ripaldi

[1]Francisco, Homilía en las vísperas para el comienzo del mes misionero, Vaticano, 1 de Octubre de 2019.

[2]Ídem.

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