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La biblioteca pensada como un lugar de encuentro

Al escuchar la palabra BIBLIOTECA instantáneamente vienen a la mente de los que ya somos más grandes un montón de imágenes: libros nuevos y antiguos, grandes o pequeños, coloridos o grises, bien ordenados en  estanterías inmóviles que parecieran esperar que alguna mano atrevida se anime a tomar alguno de los libros. ¡Dichoso el libro que resultó el elegido!

A esas imágenes visuales seguramente podremos agregarle un silencio solo interrumpido por algún estornudo, por el pasar de las hojas, por el sonido suave de un teléfono, por el tipeo en una computadora o  por algún murmullo de dos estudiantes preparando un trabajo juntos.

Y tal vez rememoremos cierto olor a madera, a papel viejo, o a libros recién salidos de imprenta.

Pero, ¿qué pasa hoy en nuestra biblioteca?

Si les preguntamos a nuestros alumnos qué imagen tienen de la biblioteca del cole, seguramente también hablarán de libros, de estantes para los que hay que pedir permiso y de otros en los que pueden ellos mismos buscar, elegir y sacar,  de libros antiguos y otros más modernos, de libros de ejemplares muy grandes y otros muy pequeños, de páginas en blanco y negro y otras llenas de colores…

Pero probablemente también mencionarán los juegos (el ajedrez, las damas, el tatetí, los rompecabezas, el tangram) y los títeres. Dirán que hay muchas letras y números, pero también miles de imágenes. Expresarán su búsqueda de permanecer tranquilos y hablando “bajito”, pero sus recuerdos de los momentos compartidos en biblioteca estarán llenos de risas, “grititos” y festejos de los logros en los juegos o de lo descubierto en un libro “de grandes”. Sabrán ya de la alegría de recomendar un buen libro a sus compañeros y de la emoción de compartir la lectura con un amigo.

Y seguramente también dirán que pueden llevarse el libro que quieran a casa y tenerlo por una semana. ¡Y gratis!

La biblioteca del colegio la pensamos como un lugar de encuentro

Un lugar de encuentro con el conocimiento, con el pasado, con la fantasía, con la realidad, con los sentimientos, con los anhelos más profundos. Lugar de encuentro también para conversar tranquilos o para adelantar la tarea.

Sobre todo como posibilidad de encuentro con los otros, con aquellos con los que vamos compartiendo día a día la alegría de leer en nuestra propia vida lo que el mismo Dios nos va ayudando a escribir para construir juntos una historia mejor.

Cada biblioteca es un pequeño gran mundo…. Por medio de estas páginas los iremos animando a acercarse al nuestro. ¡Los esperamos!

María del Valle Marzana – Bibliotecaria

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